El confinamiento por el COVID-19, nos ha hecho redescubrir nuevas maneras de colaborar, nuevas maneras de compaginar el trabajo con los más pequeños de la casa… seguir aprendiendo… entre otras muchas cosas.
La cuarentena no solo son experiencias. El temor de cualquier empresa y/o marca por el ampliamiento de esta, comienza a aterrar.
El hecho que medianas y pequeñas empresas hayan tenido que cerrar ha creado un ambiente de preocupación y seguimos sin tener respuesta sobre lo que va a suceder si el confinamiento sigue este rumbo.
El no poder ejercer tu actividad con normalidad hace que tanto autónomos como PYMES hayan de replantearse la actividad económica, no solo en su negocio, sino también en su vida personal. Al menos, hasta que la actividad de producción como la conocíamos vuelva. El teletrabajo, para aquellos que pueden utilizarlo es una de las mejores vías para poder mantenerse a flota, pero no todas las personas tienen acceso a él o simplemente para su negocio es imposible de implementar. Ellos son los que comienzan a desesperarse.
Muchas empresas han anunciado ya sus ERTEs por no tener la capacidad o posibilidad de hacer frente a una situación así en la actualidad.
Si además añadimos a esta crisis todas esas empresas que no han actualizado su tecnología en su patrimonio y/o nunca han pensado en el trabajo remoto para implementarlo debido a su actividad todo se hace más dificil. No depender del trabajo presencial siempre ha de ser pensado en cualquier caso de enfermedad, pandemia… Si nunca se ha planteado, ya sea una gran empresa o una PYME, ha sido un error de planificación.