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Un contenido pensado, cuidado y elaborado es fundamental para transmitir el concepto

Normalmente, las personas expresamos nuestras ideas y pensamientos a través de la palabra. Un grupo de ellas crean una frase. Si añades un verbo, una oración. Y un conjunto de oraciones se agrupan y crean un párrafo, en un bucle que únicamente termina tras colocar un punto y final.

Crear contenido es plasmar una idea que deseas compartir con el resto del mundo. Tu obra es la ventana final, ante la sociedad, de tus sueños, tu trabajo y tu esfuerzo.

Por ello, un trabajo pensado, cuidadoso y elaborado es fundamental. Al fin y al cabo, será este elemento -con la ayuda del diseño, la plataforma y muchos otros- lo que seducirá o no al interlocutor, que después de consumirlo, decidirá si lo asume como propio o lo rechaza por estar en desacuerdo.

Un contenido trabajado genera valor, y si posee la calidad suficiente, puede convertirse en una referencia y un modelo a seguir para el resto, como en el caso de un buen eslogan (¿Te gusta conducir?), una conferencia (Steve Jobs -> TED) o un estudio universitario, por citar algunos ejemplos.

Una obra de calidad suele repercutir de forma positiva en la reputación. Un buen contenido denota profesionalidad, interés y demuestra que disfrutas realizando tu tarea. Además, un trabajo ideal y plasmado de manera atractiva es capaz de fidelizar nuevos clientes que reconocen, a través de la calidad del resultado, las habilidades en el proceso creativo.

En cambio, un contenido con poco cuidado puede suponer connotaciones negativas para el creador. Presentar un trabajo inexacto, con errores y poco trabajado puede hacerte perder la credibilidad. Y la credibilidad es la cualidad más fácil de perder, y paradójicamente, la más difícil de recuperar.

¡Hasta el próximo post!

Andrés Soto

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